Gripar el motor es la forma coloquial con la que nos referimos al bloqueo o agarrotamiento de ciertos componentes metálicos del motor a causa de un sobrecalentamiento agudo.
Cuando la temperatura es demasiado elevada, los motores de combustión interna, ya sean diésel o gasolina, pueden verse expuestos a una fusión de determinados cuerpos metálicos haciendo que pierdan su movilidad.
Es importante tener en cuenta que el continuo rozamiento al que están sometidas las superficies metálicas de los elementos que conforman el motor de nuestro vehículo, desgasta la forma original de cada una de las piezas pese a las óptimas calidades con las que fuese fabricado el motor o que realicemos un estricto mantenimiento.
Esa fricción, genera a su vez un calor que provoca la dilatación del metal del que están hechas las piezas y debe ser controlado mediante los sistemas de refrigeración y lubricación del automóvil para que las piezas móviles que se deslizan sobre componentes fijos no acaben quedándose adheridas a los mismos.
El caso más común de gripado es el que sucede entre el pistón y el cilindro; o mejor dicho, la propia camisa que lo recubre, ya que el gripaje suele ocurrir en la parte superior del cilindro que es donde la temperatura se dispara. Aunque también corren riesgo de griparse las válvulas a sus guías, los cojinetes del cigüeñal a las bielas, e incluso el cambio al diferencial.